La novela de amor. El rojo y el negro, de Stendhal






Liseuse à l'ombrelle, de Henri Matisse, 1921
El amor es, sin duda, uno de los grandes temas de la literatura occidental. Este año, el Institut d’Humanitats le dedica su curso de novela para explicar cómo el género ha dramatizado todas las variantes de la experiencia amorosa. 
Hoy le toca el turno a la obra El rojo y el negro, de Stendhal, seudónimo del escritor francés Henri Beyle (1783-1842). Considerado el autor de la novela moderna, se sitúa en el umbral del mundo contemporáneo, aunque capta algún residuo del Antiguo Régimen. Como autor involucrado en el tema del amor, escribió  Rojo y negro (1830), novela en la que ilustra la atmósfera de la Restauración, con un protagonista, Julien Sorel, joven admirador de Napoleón. Stendhal escribió además un tratado sobre el amor titulado, Del amor, donde describe el sentimiento amoroso y trata de educar a los lectores sobre el tema. Pero lo cierto es que esta obra ha quedado totalmente obsoleta. Dice en el prólogo a este tratado Consuelo Berges: 
“Este libro es la culminación de las numerosas observaciones prácticas y especulaciones teóricas que Stendhal escribió en torno al amor y a sus amores, y nació directamente del que en él suscitó Matilde Viscontini-Dembowski, de suerte que sin conocer este proceso, el libro pierde buena parte de su sentido. Ya he dicho alguna vez que cuando Stendhal recibe en París la noticia de la muerte de Matilde, ocurrida en 1825, escribe en un ejemplar de 'Del amor' la fecha de este fallecimiento seguida de estas palabras: muerte del autor”.
 Berges, gran especialista en Stendhal, repasa los grandes amores del autor de Rojo y negro y La Cartuja de Parma, y apunta que sus personajes son antitéticos, lo contrario de él. Esto es, su experiencia amorosa la proyectó en personajes  que no tienen nada que ver con él. Pero Ortega y Gasset, en el ensayo Amor en Stendhal, señala que se trata de “un hombre que ni verdaderamente amó ni, sobre todo verdaderamente fue amado. Es una vida llena de falsos amores.” Henri Beyle propone la existencia de cuatro amores diferentes: amor pasión, amor placer, amor físico y amor vanidad, y pone en juego la categoría de la “cristalización”, que cuenta el proceso del enamoramiento. El rojo y el negro trata del amor vanidad, es un elemento fundamental del protagonista. Este tipo de amor se parece mucho a lo que René Girard llama “mentira romántica”. Apunta en su libro de crítica literaria: Mentira romántica y verdad novelesca que “el hombre es incapaz de desear por sí solo, necesita que el objeto de su deseo le sea designado por un tercero. Este tercero puede ser externo a la acción novelesca: como los manuales de caballería para Don Quijote o las novelas de amor para Emma Bovary. Con mayor frecuencia es interior a la acción novelesca: el ser que sugiere sus deseos a los héroes de Stendhal, de Proust o de Dostoievski es a su vez un personaje del libro. Entre el héroe y su mediador se tejen entonces unas sutiles relaciones de admiración, de competencia y de odio”. René Girard establece un paralelismo luminoso entre la vanidad en Stendhal, el esnobismo en Proust y la idolatría vengativa en Dostoievski. 
Todos los deseos de la novela de Stendhal son deseos triangulares. El Romanticismo exaltó la pasión amorosa, pero ocultó el hecho de que la pasión amorosa responde a un mecanismo de emulación. El amor está movilizado por dos pasiones: la vanidad (el amor propio) y la ambición. Se trata de la primera novela de amor en la que el amor aparece como un sentimiento inspirado por las novelas. Es un asunto propio de las novelas, verdaderos modelos para amar. Así, el primer amor de Julien Sorel, quien, pesar de su timidez natural, se las arregla para seducir poco a poco a la señora de Rênal, una joven hermosa, pero tímida e ingenua, que no ha leído novelas. El amor es también una escalera de ascenso social, una herramienta de desclasamiento. Sorel se impone un modelo a seguir. Se comporta en función de si cada momento se corresponde con el deber que tiene que cumplir. es un deber dictado por la vanidad, el amor propio y la ambición. Hasta el punto de que propone suicidarse si no es capaz de cumplir ese deber. Matilde, en cambio, ya es una gran lectora de novelas. Le atrae Julien porque no es un amor ligero, sino el amor determinado por la lectura de sus novelas. 





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