Roberto Bolaño. Los detectives salvajes.
Los detectives
salvajes (1998)
de Roberto Bolaño
CCCB

De poeta hace el paso a novelista, narrador y a partir de la publicación casi simultánea de La
literatura nazi en América
y Estrella
distante,
en 1996, obras que le dan una primera visibilidad, pasó a ocupar una
posición muy destacada en el panorama de la narrativa
latinoamericana. Emerge entonces un escritor de gran profundidad y
gran caudal. En 1998 gana el Premio Herralde de Novela con Los
detectives salvajes.
Bolaño
escribe en un castellano ecléctico, una lengua que ha pasado por
tres países y suena a muchas cosas. Es un nuevo idioma, también
extraterritorial. Su prosa tiene un encanto extraño, es una
literatura que cautiva sobre todo a los lectores jóvenes. Se habla
de magia en la velocidad de su escritura, que incorpora referencias
culturales que conectan con el público joven. En 2006 se publicaron
en Estados Unidos las dos novelas simultáneamente, Los
detectives salvajes y
2666
y la crítica se rindió por completo a Bolaño, quien se convirtió
en escritor de culto y se creó el llamado “efecto Bolaño”.
Aparece
un tema recurrente en su obra, el del ocaso de las vanguardias, la
pérdida del lugar que ocupaba la literatura en la cultura
occidental. Se concreta en el escritor perdido, al que hay que
localizar. Bolaño tematiza la condición elegíaca con la que hoy
vivimos la cultura literaria. Es como salvar la intensidad que puede
procurar la cultura literaria, la poesía ante todo. El tema de Los
detectives salvajes
es el intento de salvar el espíritu de la literatura como
experiencia total.
La
novela es el diario del joven poeta García Madero en sus años de
juventud. Narra una vida que recrea perfectamente la intensidad de
las lecturas juveniles del propio Bolaño. Es la época de todos los
deslumbramientos. A los 22 años, Roberto Bolaño formaba parte de la
vanguardia infrarrealista, junto a Mario Santiago, Bruno Montané y
otros poetas que, años después, aparecen transfigurados como
"visceral realistas" en esta novela.
Arturo
Belano (alter ego de Bolaño) y Ulises Lima (es Mario Santiago) son
poetas que indagan para encontrar a Cesárea Tinajero, predecesora
del realismo visceral. García Madero vive fascinado entre
poetas a los que venera y se siente uno de ellos de repente. Pero no
escriben, no publican, no aparece obra alguna. Es un relato de
poetas, de poesía y, sin embargo no hay textos, no hay poesía. Se
construye sobre una ausencia: ausencia de obra. La novela consigue
regenerar el movimiento del infrarrealismo y a sus poetas.
En
la parte central de la novela se interrumpe narración del diario de
García Madero y se abre una grieta de voces en monólogo que dan a
conocer el destino de los personajes que giraban a su alrededor. Se
cuenta la derrota y el exilio de toda una generación, la del propio
Bolaño. Son más de cincuenta monólogos que aportan datos sobre el
devenir de todos ellos. Todos se identifican por su nombre, sus
relatos, su manera de hablar y las referencias culturales. Bolaño
cuenta su propia experiencia como poeta vanguardista.
Los detectives salvajes es un libro extrañamente testimonial. Se cuenta lo que quiso ser Bolaño como escritor y como poeta. Vivió la literatura como una forma de vida, como algo que ordena la existencia. En el tránsito de poeta a novelista hay una derrota, hay una abdicación. Con el tema recurrente del escritor perdido, Bolaño mitifica la experiencia literaria.
Los detectives salvajes es un libro extrañamente testimonial. Se cuenta lo que quiso ser Bolaño como escritor y como poeta. Vivió la literatura como una forma de vida, como algo que ordena la existencia. En el tránsito de poeta a novelista hay una derrota, hay una abdicación. Con el tema recurrente del escritor perdido, Bolaño mitifica la experiencia literaria.
Juan
Villoro escribió sobre la novela en julio de 1999:
"Los detectives salvajes recupera un país único y espectral. En este sentido, estamos ante una de las más brillantes novelas mexicanas. Poco importa que alguno de nuestros presuntos paisanos diga "atasco'' por "embotellamiento'' o "guardabarros'' en vez de "salpicadera''. A la distancia, Bolaño atesoró una patria memoriosa hasta convertirla en atributo de su imaginación. El resultado: un paisaje preciso y enrarecido, la descolocada veracidad de la ficción."
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