Carlos Zanón. Carvalho. Problemas de identidad.
Carvalho. Problemas de identidad
Carlos Zanón
Editorial Planeta
352 páginas.
Pues bien, el proceso de actualización del mito se ha cerrado favorablemente y Zanón lo consigue sin traicionar su propia identidad como autor. Lo consigue con un gran despliegue de recursos y juegos metaliterarios. Ya se encarga el autor de dejarlo claro: en cada entrevista y en cada referencia a la novela, Zanón insiste en que quería hacer un libro suyo y que ha tenido mucha libertad. ¡Prueba superada! El resultado es un libro cien por cien Carlos Zanón. Alguno de los rasgos diferenciadores son el uso de la primera persona narrativa y la mirada de la realidad desde el punto de vista de un detective, o del lado de los buenos. La actitud de este Carvalho no está lejos de otros habitantes de las novelas de Zanón: lucidez extrema, ironía, sarcasmo, estar de vuelta de todo, retrato satírico de la sociedad. Hay un cierto tono de pesimismo, de desesperanza y conciencia del paso del tiempo.
“Esto es una mierda, pero hasta el más miserable se aferra a ella.”
Es muy interesante el juego metaliterario que nos lleva a pensar en la segunda parte del Quijote, cuando el caballero se entera de que circula un libro con sus aventuras y que es conocido por todos. En el Carvalho de Zanón llegamos a conocer la relación creada con el Escritor para poner en relación a los dos personajes y a los dos escritores. Describe su primeros encuentros, recuerda alguna de sus conversaciones:
“Me decía el Escritor: Pepe, la realidad toda ella es mentira. Inventamos los recuerdos, falseamos lo real, los personajes, quiénes éramos y lo que pensábamos y así no hay manera de hacer nada más que novela y películas de arte y ensayo. Tratamos de convertirnos en personajes y la vida en un argumento y, me temo, esto no funciona así.”
Explica también que compartían despacho/estudio y describe la visita del Escritor: “gafas, bigote, y un “amigo escocés” son los atributos con los que lo retrata. Y ambos (escritor y personaje) conversan a partir de la máxima que dice: “La vida es magia porque no sabemos los trucos”, y asistimos a situaciones de complicidad por la confesión de ciertos “problemas de identidad”. Pepe Carvalho siente curiosidad por lo que pensaría el Escritor sobre algunos temas de actualidad en la ciudad del siglo XXI, como la situación de Catalunya. Está presente la Barcelona, versión cara B, de las anteriores novelas de Zanón, más reconocible aquí por el centro que por los barrios de la periferia.
Con un ejercicio de lucidez, cinismo e ironía, (y también algo de humor) construye una crítica ácida de la Barcelona de escaparate, con el turismo que todo lo inunda y la situación social de precariedad o la desigualdad entre barrios. La cámara abre su objetivo y la mirada también se amplía hacia Madrid y la situación del país. Así, aparecen muchas referencias a la sociedad y al tiempo del relato: con noticias y nombres propios de la actualidad.
A veces el protagonista conversa consigo mismo y la sinceridad le sirve de espejo. Le habla a su conciencia y se llena de una extraña lucidez que va más allá del comportamiento cínico y autodestructivo del personaje. Se pregunta incluso cómo lo hubiera pensado el Escritor: “Él te hacía mejor detective”.
Y en otro momento: “A mí me hubiera hecho menos frágil, más seguro, más capaz de asimilar el eco de la soledad”. Se sincera sobre su enfermedad, sobre su coraza ante el enamoramiento o la amistad. Por el contrario, se rodea de personajes cargados de humanidad, como Biscuter o Estefanía, o el mismo Subirats, un hallazgo muy interesante para las réplicas y la complicidad. Pero Pepe Carvalho toma conciencia de que tal vez se ha protegido mucho emocionalmente y ahora que ha llegado a una edad en la que todo a su alrededor ha cambiado, se siente solo.
¿Dónde quedan entonces los rasgos distintivos del género negro? No hay imitación en Carvalho. Problemas de identidad al autor del original, Manolo Vázquez Montalbán. El detective aquí se enfrenta a varios casos abiertos, tomados prestados de la realidad informativa de la Barcelona más sórdida.
Los códigos son los de la novela negra pero en Zanón siempre es menos importante la trama y el devenir de los hechos que la evolución psicológica de los personajes, del protagonista como centro de su propia caída hacia el abismo, siempre ligado a un eje: la soledad o la conciencia lúcida de su propia existencia.
En cuanto al estilo, destaca la maestría de Zanón para gestionar la tensión y mantener el ritmo del relato. Describe, por ejemplo, dos acciones a la vez con frases entrecortadas, repetición de tiempos y modos, redundancias sugerentes. Y la elisión cumple toda su eficacia. Combina el ritmo sincopado de la frase corta con los monólogos que aceleran y derrapan con la eficacia de un hacedor de estilo. Pero además el fraseo de los monólogos desprende mucha poesía (no puedo olvidar al Zanón-poeta), con mil asociaciones de ideas, connotaciones y sugerencias. Aparecen alusiones al poema de Dámaso Alonso, “Insomnio” del libro Hijos de la ira, para referirse a la capital:
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
Zanón no ha vuelto a saber de Biscuter y Carvalho. Ha recibido mensajes de Duluc. Uno escrito en la pared de un váter, en la última gasolinera de la autopista. El lugar, la fecha y la hora de contacto con el helicóptero. Faltan cuarenta y cinco minutos. Si todo va bien conocerá en persona a Bouvard y Pecuchet, a Pepe y a Pep. La intermediación de Duluc le agobia. El francés tiene dotes de embaucador, parla de vendedor y artimañas de trampero. Andreu Martín con las gafas en la punta de la nariz, pasea la mirada por el Dindurra tomando apuntes del natural. Todo menos natural le pareció oír canturrear al camarero “A las barricadas”. Se fijó. Lo había visto antes, en Barcelona. Se dirigió a él.
ResponderEliminar—Perdone...¿Nos conocemos?
—No, señor Martín. Mire la palma de mi mano. Cuando la cierre olvidará este encuentro. Nada habrá ocurrido.
—¡El encantador del Paralelo! ¿Cómo te va?
—Dejé el mundo del arte. Me he pasado a la restauración. Ahora hago cócteles. Acabo de servirle uno a Pepe Carvalho.
—No fotis.
—Vodka con helado de limón y cava. Y al Biscuter un orujo de hierbas con gotas de café y regaliz de palo. Acaban de salir por la puerta.
—...Lo normal.
—Normal tampoco. Es la primera vez que vienen. ¿Quiere algo? El señor Duluc insistió en que no les faltara de nada.
—¿Estás oyendo Carlitos?
Carlitos oía y bebía en silencio. Asintió. Miró al móvil. El helicóptero espera en el puerto del Musel. El azafato, a pie del aparato, sostiene una bandeja con oricios y champán. Duluc consulta su reloj. El tiempo es agradable, no hay viento. Desde la sala central de la policía se observan las operaciones. Una empresa de turismo es la propietaria del vehículo. Las cámaras registran la entrada en el recinto portuario de Carlos Zanón, la recepción de Duluc, el brindis previo al abordaje y el despegue remolón con destino sureste. Duluc eleva la voz sobre el ruido del motor.
—Nos dirigimos al parque naturelle de Las Ubiñas. En veinte minutos arribaremos a la base secreta de Catering Plegamans SA, la empresa de eventos gastronómicos líder en el mercado mundial. Importamos productos de la mejor calité y hacemos la mejor sopa du monde.
—Qué emocionante.
—No es una sopa cualquiera cher amí. Con una cucharada generosa de notre consomé...lo verá usted mismo.
El suelo se acerca al ingenio volador. Carlos Zanón escucha como se aleja de su imaginación una voz aguardentosa y el contrabajo que la acompaña. El impresionante paisaje del macizo montañoso lo reactiva. Rodeado de azul, verde y gris, una tufarada le alarma. A dos mil quinientos metros de altura, entre hayas, fresnos y tejos, no debería oler a ajo. El helicóptero desaparece de vuelta y reina el silencio montuno hasta que lo rompe Duluc, frente a una bocamina abandonada. Tres mastines en posición, con el pelo del lomo erizado, vigilan los movimientos.
—Pasa por favor. Par icí.
Al dar el primer paso en el interior se ilumina una galería estrecha que conduce a una puerta metálica. Un ascensor. Duluc enciende un liado y el olor del hachís se mezcla con el ajo. El descenso dura casi un minuto.
—Me estoy mareando. Tengo los oídos taponados. Aquí hace frío. Me meo.
Al salir del montacargas hay cajas amontonadas a los lados de un pasillo. Carcasas de pollo, bacalao seco, verduras, caracoles, frutas, longanizas y costillares. Media docena de mujeres y hombres se afanan en colocar y seleccionar. La cavidad se ensancha desmesuradamente al cruzar la portilla y una potente luz artificial ciega al escritor.
—Joder, qué escenografía. ¿Hacen la sopa con uranio enriquecido? ¿El servicio?
https://todoloquesesobrepepecarvalho.blogspot.com/
¡Fantástico! Gracias
EliminarGracias a ti.
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