Del silencio en "La casa de Bernarda Alba"
Del Silencio en La casa de Bernarda Alba, de F. García Lorca. Por Juan Mayorga (Discurso ingreso RAE. Mayo 2019) No calla, ante el cadáver de Adela, Bernarda Alba, tirana de su casa. «Silencio» es la primera palabra que le habíamos oído pronunciar. También es la última. Bastaría recorrer el teatro lorquiano para encontrar modos muy diferentes de decir «Silencio» y de hacer silencio. Pero este nunca tiene más valor que en aquella obra cuya primera acotación enuncia que «un gran silencio umbroso se extiende por la casa» y en cuyo último acto, dice Federico, «al levantarse el telón hay un gran silencio interrumpido por el ruido de platos y cubiertos». Entre ambos momentos viviremos aquel en que «las hermanas todas están en pie en medio de un embarazoso silencio» y ese otro donde domina «un silencio traspasado por el sol». Y ocurrirá que, cuando Adela se suicide convencida de que Pepe el Romano ha sido asesinado por Bernarda, esta ordenará vestirla como si fuese doncella y prohibirá