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"Entre visillos", o el sueño de dialogar

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  El primer interlocutor satisfactorio y exigente, venimos a ser nosotros mismos. Nos proclamamos destinatarios provisionales, mientras seguimos esperando, soñando, invocando a ese otro que un día nos vendrá a suplantar. Carmen Martín Gaite,   El cuento de nunca acabar   El título de la novela alude a las ventanas, uno de los motivos que es constante punto de referencia en la obra de Martín Gaite, y es metáfora de la frontera que separa la vida del mundo doméstico, reducido de las mujeres, de la vida exterior. Es, por lo tanto, un símbolo de lo fronterizo y de un ángulo siempre condicionante de las miradas. Y estas ventanas están cubiertas por visillos, que es una tela fina y transparente que deja pasar la luz pero impide ver el interior desde fuera. En el capítulo 1 de la novela leemos que “Natalia levantó un poco el visillo.”   La muchacha observa el bullicio de la ciudad en las fiestas de septiembre. Se establece ya la línea divisoria entre el exterior, la calle con grupos de pers

La tarea del lector

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  Carmen Martín Gaite El cuento de nunca acabar Se trata de un ensayo de 1983 donde C. Martín Gaite convierte el lenguaje mismo en materia de narración, recoge las divagaciones que guardaba en carpetas con el título “Frustraciones e incompletos”. El libro es una conversación que fluye, una reflexión sobre el arte de divagar, sin desprenderse del hilo de los recuerdos, de las visiones, y donde la autora reclama una vez más al lector como interlocutor. Porque todo lo mueve esa búsqueda, como una necesidad de espejo, o el sentido de la escritura como un acercamiento al otro. Carmen Martín Gaite identifica en la célebre entrevista “A fondo” el hecho de escribir con el de conversar: “Escribir es conversar. Es un sucedáneo de la conversación. Quien escribe lo hace porque no encuentra un interlocutor, alguien con quien poder hablar bien, con pausa, con tiempo, con plazo narrativo.” El cuento de nunca acabar es original no solo por su estructura atípica, su estilo fragmentario o su ins

Carmen Martín Gaite. El cuento de nunca acabar

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El cuento de nunca acabar (apuntes sobre la narración, el amor y la mentira).  Carmen Martín Gaite. Editorial Siruela. El estilo de Carmen Martín Gaite (1925-2000) en esta obra es el de un ensayo que fluye, un solo cauce que recorre por las impresiones del ensayista. Abundan los conectores, da una sensación de suavidad discursiva, mece al lector. Por ejemplo, a partir de las propuestas de juegos para su hija y sus amigos en el parque acaba reflexionando sobre las tareas domésticas y los juegos infantiles. Se detiene y remarca sus ideas. “Las palabras, al fluir, van marcando la necesidad del discurso tal como sale y quebrando los propósitos que hubiéramos podido abrigar antes de ordenarlas de esta manera” Su estilo se mueve entre lo literario y lo coloquial con predominio del registro familiar del hablante culto. Capta muy bien las modulaciones, los tonos de la lengua hablada. El léxico cotidiano adquiere nuevas cargas semánticas con resonancias

Escribir es conversar

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Carmen Martín Gaite “ Escribir es conversar. Es un sucedáneo de la conversación. Quien escribe lo hace   porque no encuentra un interlocutor, alguien con quien poder hablar bien, con pausa,   con tiempo, con plazo narrativo.” 1 Se trata de seducir al receptor con la palabra .  El punto de partida es la soledad del narrador, convertido en interlocutor de sí mismo primero, en busca de un destinatario espejo que comparta una misma actitud ante el lenguaje, como aquel capaz de interpretar el texto de manera análoga a la del autor que lo generó.  Y el narrador inicia esa búsqueda creando emoción en el interlocutor, haciéndolo único, sentir que es él el elegido. Busca la complicidad con el lector, más que su asentimiento. Lo arma, lo dota de contenido y de función, lo hace único y necesario.  Para tal fin, el narrador se erige en una especie de “encantador”. 1 Entrevista “A Fondo” para RTVE de Joaquín Soler Serrano a C. Martín Gaite. 1980.

Cuaderno de todo

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   Este título no es mío, es de Carmen Martín Gaite. Cuenta ella misma la anécdota en su  Cuento de nunca acabar  (1983) sobre el origen del nombre. Su hija, que tenía cinco años, bajó a la papelería y le compró un bloc de anillas cuadriculado, con tapas de color garbanzo y en cuya primera hoja escribió "Cuaderno de todo".  La escritora lo concibió como una invitación a escribir allí toda reflexión o apunte sin ordenación previa, tal y como fuera llegando: divagaciones, comentarios a lecturas, notas sobre la narración... El texto como artefacto (dijo alguien), como producto lingüístico de una autoconsciencia. A partir de estas cavilaciones he anotado ya varias ideas:    La primera: que el “cuadernista” narrador-emisor sea una persona ficticia, pongamos, yo; al fin y al cabo, todo diario tiene que estructurar lingüísticamente un modo de realidad en la cual se imita la manera como un individuo, ante la imposibilidad de comunicarse, escribe un cuaderno de

Diálogo entre libros

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  Carmen Martín Gaite Juan Benet El cuento de nunca acabar (apuntes sobre la narración, el amor y la mentira) .   Correspondencia En El cuento de nunca acabar, considerado uno de los más originales libros de ensayo de los años ochenta, Carmen Martín Gaite convierte el lenguaje mismo en materia de narración, recoge las divagaciones que guardaba en carpetas con el título “Frustraciones e incompletos” y establece a modo de conversación, un diálogo consigo misma. El libro es una reflexión sobre el arte de divagar, sin desprenderse del hilo de los recuerdos, de las visiones, la autora reclama una vez más al lector como interlocutor para al fin describir el bloqueo mismo de la predicación. Si bien la obra narrativa de la autora ha ido asociada por lo general a las novelas de conciencia interior, de incomunicación y soledad; es a partir de la publicación de Ritmo lento , en 1962, cuando empieza a dibujar el camino del ensayo y a consolidar las divagaciones