Thomas Mann. La montaña mágica

Thomas Mann. La montaña mágica

Rafael Argullol. 



La novela de ideas (3/ 4/ 18)

Thomas Mann (1875-1955) hizo del conflicto entre la vida y la creatividad (Vida/ Arte)) el centro de sus novelas principales: Los buddenbrook (1901),La muerte en Venecia (1912), La montaña mágica (1924), Doktor Faustus (1947). Su gran referente fue Goethe, quien hablaba ya de la necesidad de conciliar Obra y Vida. Uno de los temas nucleares es la enfermedad (in-firmitas), falta de solidez, de firmeza, como un rasgo caracterizador de vida. En La muerte en Venecia, un escritor consagrado, insatisfecho por la imposibilidad de coincidir vida y arte, se encuentra por primera vez de una manera auténtica con el deseo que siente por la belleza de Tasio. Una epidemia en la ciudad va rompiendo el equilibrio anterior. La muerte es la imagen de la verdad íntima. En la última gran obra de Thomas Mann, Doktor Faustus, un personaje atormentado, un músico, solo avanza en su creatividad si acepta no amar, si asume la frialdad, la soledad; si acepta al fin, la enfermedad de la vida.
La montaña mágica ocupa un lugar equidistante entre la primera y la última de sus grandes obras. Plantea el problema de la incompatibilidad entre Arte y Vida, la enfermedad y el tiempo. El protagonista es Hans Castorp, un joven ingeniero que se desplaza a un sanatorio-balneario en Davos, Suiza, para visitar a un primo suyo que padece tuberculosis. La estancia, que en principio era para tres semanas, se prolonga a siete años, de 1907 a 1914, justo antes de que se declare la primera guerra mundial. El joven queda atrapado por el sortilegio de la montaña y del tiempo. Solo puede escapar de allí cuando baja al valle para ser enrolado en el ejército. Castorp es el único personaje que escapa al sortilegio de la montaña, que es la auténtica vida y vuelve a la llanura, a la vida falsa, a la vida que no tiene sentido. Se da un intercambio de los términos: salud-enfermedad.
Thomas Mann impone un ritmo narrativo muy particular. Es un ritmo creciente: el primer día de estancia en el sanatorio dura las cien primeras páginas, las primeras siete semanas se extienden a lo largo de trescientas páginas. El tiempo es extraordinariamente denso, y a medida que pasa, va perdiendo densidad. 

“¿Cuál era en realidad la sensación del joven Hans Castorp? ¿Le parecía que las siete semanas que, demostrablemente y sin duda alguna, había pasado ya entre la gente de allí arriba no habían sido más que siete días? ¿O más bien le parecía que llevaba en aquel lugar mucho más tiempo del que había pasado en verdad?”

La novela es un gran análisis de la relatividad del tiempo, su subjetividad. Depende del estado de ánimo. El tiempo varía a ritmos distintos de acuerdo a nuestro estado espiritual colectivo. El protagonista es, ideológicamente, un hombre en transición, y como el propio Thomas Mann, contempla el mundo con perplejidad, sin acabar de tomar una posición.

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