Impresiones sobre El Quijote.


  1. Del personaje.
  • Empezamos a saber de Alonso Quijano cuando tiene 50 años del s. XVII, unos 70 en la actualidad. No sabemos nada del pasado del personaje, no sabemos ni siquiera a qué edad muere. No importa el tiempo, no hay cronología. Es una novela fragmentaria.
  • D. Quijote inventa a Dulcinea porque le conviene como caballero.En la época ya no había ideales, ni de lucha ni de belleza. El siglo XVII es una época de crisis, Cervantes se lamenta del presente y evoca el pasado. Esto nos lleva a pensar que don Quijote transforma la realidad a su conveniencia.
  • Alonso Quijano es indolente, se pasa el día leyendo. Sabemos muy poco de él. Muere tras ser derrotado por la realidad, después de haber visto Barcelona se da cuenta de lo insignificante que es él, muere de tristeza, de melancolía.
  • Sancho Panza también es un hombre sensato. Toma decisiones sensatas cuando es gobernador. Su sabiduría popular es sensata. Se va creyendo y contagiando de los ideales de don Quijote. Se va metamorfoseando.
  • Don Quijote es consciente de su locura. Pero es una locura selectiva, modulada por el género de las novelas de caballerías.No tiene mucho sentido del humor, no aguanta que se rían de él. Persigue unos ideales que no ve en su época.
  • Es el primer caballero andante que muere, esto ya es una ficción. Su gran acierto es ensalzar la realidad a través o a partir de un absurdo.
  1. De la intención.
  • Cervantes nunca se refirió a su obra como una novela, ni antes, ni durante, ni después de escribirla.
  • Se sabe ya que el Quijote comenzó a ser escrita como una de las novelas ejemplares que le fue creciendo, hasta convertirse en otra cosa. Habla de “Libro” o se refiere a él como “una historia verdadera”. Aparecen otros adjetivos: “verdadera, sencilla, agradable, imaginada, nueva, ...”. Insiste en el adjetivo “verdadera” (o ficticia, que se hace pasar por verdadera), para lo cual debe tener visos de verosimilitud.
  • La parodia de Cervantes es hacia los desmanes de inverosimilitud que se daban en las novelas de caballerías.
  • Hace una selección. Salva los libros de calidad de la quema. 
  • Cervantes distingue entre lo que es imaginación y lo que es fantasía (más evasiva, sin relación con la realidad). La imaginación activa la realidad. Se explica en el capítulo de la quema de libros.
  • Critica la decadencia de un género que se repite a sí mismo. Es consciente de esta distinción. Fantasía es la evasión de la realidad; cuando es sensato, don Quijote usa la imaginación. Las cosas se le engrandecen; de ahí que Dulcinea se le aparezca como una princesa, las ventas como castillos. Hay una metamorfosis.
  • Lo peculiar de los libros de caballería es que no terminaban, otros autores continuaban las aventuras y sagas del protagonista.
  • Eran crónicas. Cervantes manipula el género de las crónicas: Cide Hamete es un nombre ridículo.
  • Otra característica es la multitud de géneros que aparecen dentro de la novela: caballería, crónica, novela corta, refranes, cartas,.

    3. De la interpretación.

    La lectura de sus contemporáneos, durante varios decenios del siglo XVII, fue la de un chiste, un entreteninmiento. Le faltaba gravedad para entrar en el canon cultural de su época. De ello es responsable el propio Cervantes, por tal como lo presenta en el prólogo. Lo vende como una especie de reparador de la melancolía, como una burla de los libros de caballería.
  • Una posible interpretación sería la melancolía del siglo XVII, con la frustración de España (el protagonista saca sus armas ya oxidadas, de sus abuelos). El pesimismo y la conciencia de crisis.
  • Es en Francia donde por vez primera se hace una lectura neoclásica del personaje, como un tipo noble, íntegro y bueno. El XVIII fue el siglo de la consagración de la novela, que fue captada por los lectores ingleses, quienes supieron ver la forma del nuevo género. Determinaron que el Quijote fuera reconocido como fundador de la novela moderna, como nueva fórmula narrativa. En el XIX, el Romanticismo alemán descubre al caballero como héroe romántico y proponen su lectura como la lucha de lo ideal contra lo real.
  • A finales del XIX, en España, se toma como símbolo de la decadencia de España, como representación o expresión del alma española (Unamuno y toda su generación, luego Ortega y Gasset).

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