Medardo Fraile. Cuentos de verdad
Medardo Fraile 1925-2013,
escritor de la generación de los 50, la de Sánchez Ferlosio y Martín Gaite. Gran cuentista, definía el cuento como “un puñetazo lleno de realidad posible”. Es una lectura que impresiona como en ocasiones la realidad lo hace.
Son cuentos que te dejan hipnotizado, algunos de ellos muy cortitos, con un
lenguaje extremadamente cuidado, la palabra escogida, “la voz definitiva mil
veces repensada”. En algunos no pasa nada, o aparentemente. Son muy buenos: Ojos
inquietos, El álbum, El caramelo de limón. Me propuse leer más títulos
de su obra y también indagar en su teoría sobre el cuento, en su poética. Es
muy amigo de la naturalidad y la sencillez, pero a la vez, con un uso exquisito
de la lengua.
Utiliza todos los recursos de la
narración: el monólogo, el diálogo, la primera persona, el narrador
omnisciente, el narrador testigo dentro y fuera del relato. Son magistrales sus
ideas sobre el cuento como género, sobre su doble mensaje: lo expresado más lo
insinuado. Me propuse en el mismo instante en que acabé de leer sus Cuentos de verdad, leer dos de sus
artículos: El cuento y su categoría literaria y El
cuento, ¿género menor?
En otro de los relatos, Monólogo de los sueños, utiliza un
recurso que consiste en inventar un interlocutor, un hombre que le escucha
en un bar, que al final no existe, se desvanece. Me ha recordado otro cuento de
Rulfo, Luvina. Al final, las dos palabras que me quedan sobre
este autor son ternura y humildad. Dice que hay que colocar al lector en otro
plano en un momento dado del desarrollo del cuento. Escribe cuentos que son
verdaderas estampas, donde el tiempo se detiene.
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