Kauzo Ishiguro, The Remains of the Day. (Lo que queda del día)


El arte de la novela, 3

Martes, 19 de abril 2016

Vuelvo a clase y la sala está llena. Parece que repunta el interés por la literatura. Es abril y las tardes se alargan, se hacen elásticas e invitan al paseo por esta ciudad que estrena vestido lleno de flores y de luz. Hoy acabé de leer el cuento de Virginia Woolf, “La sociedad”, escrito en 1921. He tomado algunas notas sobre las mujeres y sobre la ficción. Una dice: “La ficción es el espejo de la vida”. Otra de “un grupo de seis o siete reunidas después del té”, que antes de despedirse “acordamos que los objetivos en la vida eran producir buenas personas y buenos libros”.

Aquí estamos reunidas bastantes más personas. Sí, es cierto. Repunta el interés.
Buenas tardes. A Andreu Jaume le cuesta silenciar la sala. Hoy vamos a hablar de una novela muy inglesa, escrita por un japonés, Kauzo Ishiguro, The Remains of the Day.

Destaca rápidamente la maestría en la creación de la voz narrativa, un verdadero prodigio del estilo el conseguir el temple, la contención como rasgo psicológico del narrador protagonista. Stevens cuenta lo que pasa pero no acaba de entender del todo lo que le ocurre. Intuye algunas cosas pero sigue engañándose a sí mismo. Es el lector quien debe interpretar.
Y es que Kauzo Ishiguro se propuso escribir una novela sobre Inglaterra acudiendo al tópico de la figura del mayordomo. Se atreve además con otros tópicos como son el aristócrata, la mansión, el final de una época (el final de la segunda guerra mundial), la destrucción de un orden social (el fin de la aristocracia inglesa), político y personal para los personajes. La novela trata varios aspectos:
1.  El concepto de la contención o el comedimiento, tan propio de la cultura británica. Los personajes no expresan sus sentimientos, no los nombran. Gran Bretaña, apunta el profesor, es el paraíso de la ficción psicológica.

2.      El fracaso sin concesión.

3.      La complejidad de la elección como algo crucial para nuestras vidas.

En 1956 Stevens sirve a un nuevo propietario de la casa, americano, a quien pide volver a contratar al ama de llaves que trabajó en la mansión en el pasado, miss Kenton. El relato del viaje es la novela y la retrospectiva de su trabajo entre 1922 y 1936. Describe lo que ve y se identifica con el paisaje inglés, “suavemente modulado” (dice Andreu Jaume), en el que no se dan fuertes contrastes.
La sesión acaba con la lectura en inglés y en su traducción de algunos fragmentos de la novela, que también es, en el fondo, una novela de amor. Para incidir en la contención del personaje, él ponente ha elegido la escena del libro, una delicada y aparentemente banal pero que es un momento culminante a partir del cual se produce una inflexión en el proceso del enamoramiento:

Miss Kenton “invade”  la habitación de Stevens y lo ve leyendo un libro, insiste en preguntarle de qué libro se trata y él, azorado, le niega la respuesta. “Algo entre nosotros empezó a cambiar”.
Stvens se siente desconcertado por vez primera y apunta:
Me costaba decidir cuál sería la mejor manera de proceder”

Buenas tardes.

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