De la novela en el siglo XXI

De la novela y el tránsito entre siglos.

No recuerdo qué lo provocó, pero desde hace ya varios días rondan por mi cabeza ciertas ideas acerca de una unidad de tiempo nada insignificante: el siglo. Y es que empecé sin darme cuenta a clasificar las expresiones lingüísticas primero y más tarde los propios objetos, bajo etiquetas de pertenencia al siglo XX o al XXI. Luego he seguido con las personas, porque algunas (ahora está claro), se han quedado todavía allí, congeladas. No, no voy a hacer público el listado, tranquilos, por lo menos ahora. Quizá porque  gran parte adulta de la humanidad que habitamos el planeta hemos vivido en el siglo anterior, (además de los llamados milennials o nativos digitales), lo cierto es que llevamos quince años hablando del nuevo milenio con la terminología que le fue propia al siglo anterior, y apelamos recurrentemente a los cambios tecnológicos y la convulsión que han supuesto en el ámbito de la comunicación y el del conocimiento.
Pienso entonces en modo Literatura y me pregunto qué fue de la novela.

Uno empieza a entender ahora que el viejo, y extraordinario en todos los sentidos, siglo XX lleva 15 años cerrando el círculo, se apaga. El nuevo ya se muestra en toda su plenitud, quince años pesan como parte de un todo. Avanza, aun con las crisis de identidad propias del devenir. El XXI se hace mayor y esto nos desconcierta. 
Y yo vuelvo a preguntarme qué ha quedado de aquello de la muerte de la novela. Sin duda el siglo XX (de extrema convulsión histórica) ha resultado ser el siglo de obras literarias extraordinarias, pero si cabe, ha sido la novela el género que ha logrado captar al gran público para la reflexión sobre el ser humano y el sentido de la existencia. Lo cierto es que la novela moderna, como los milennials, nació en el siglo XX, a partir de cuestionarse sus límites y de afirmar una y otra vez su propia muerte. Venimos de cierto agotamiento, estamos cansados de la muerte de la novela, de su eterna crisis y su continua reinvención.
Kafka se negó a ilustrar su novela La metamorfosis apelando a la capacidad imaginativa del lector. Hoy, el texto ya no sugiere por sí mismo (o difícilmente), muchas veces se viste de realidad: imágenes, comentarios, vídeos, titulares, biografías y todo ello, como parte esencial del texto. Y es que en estos primeros años del nuevo milenio, hemos asistido además de al crecimiento de una generación plenamente digitalizada: la de los llamados milennials, a los distintos procesos de cambio en estilos y tendencias literarias. Así, por el nuevo siglo ha desfilado la literatura del yo, que lo ha inundado todo, la autoficción y también la distopía. Los conflictos y los espacios totalizadores han dejado paso a micromundos, a novelas ambientadas en futuros distópicos. Los límites entre ficción y realidad se han vuelto más difusos. La ficción literaria y la ficción comercial sufren de contaminación mutua y se da cierta indefinición en los catálogos.
Nuevas formas de narrar donde otros géneros son posibles y comparten con la novela la facultad de representar al mundo: la novela gráfica, las teleseries, el blog, el microrrelato, el hipertexto, el relato en 140 caracteres, (o novelas twitter), la crónica periodística ficcionada, la novela progresiva o narrada casi a tiempo real,….son solo algunos ejemplos.

Seguiremos atentos.

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