CCCB Lecturas sobre Shakespeare (6): The Winter´s Tale

Miércoles, 10 de diciembre 2014. 

Nuevo espacio, blanco aséptico y demasiada luz. Se hace el silencio.
Buenas tardes. Hoy terminamos con un cuento, con una fábula. El propio Andreu Jaume ha mirado hacia los focos (excesivos) al entrar y ha arrugado la nariz. Cuento de invierno (1611) corresponde a la denominación de “romances”, creada para aislar una serie de obras muy singulares, del último periodo creativo de Shakespeare. Es un híbrido entre comedia, tragedia y alegoría. Es también una fábula y una aproximación al mito. Pero es ante todo la muestra del estilo tardío, el estilo intenso que coincide con el final de su vida.

Apunta el profesor que la obra contiene muchas referencias al trasfondo político de la época (reinado de Jacobo I), pero que debemos acercarnos a Cuento de invierno con inocencia, para tratar de encontrar nuestra lectura. Es una historia fantástica para ser contada alrededor del fuego, en invierno. Es un cuento de muertos, de reencuentros, de amor, de celos con elementos trágicos y con ecos de la comedia pastoril. Pero de nuevo Shakespeare va más allá y revela, implicaciones psicológicas sobre la condición humana.
Vuelve el juego de parejas, de dobles y vuelven los celos: Leontes, rey de Sicilia casado con Hermione, sospecha que su amigo Polixenes le ha traicinado y que es suyo el hijo que espera su esposa. El rey ordena a Camilo asesinar a Polixenes, pero este se niega, se resiste a cumplir esta orden y abandona la corte. El bien puede funcionar como acto de gracia. Leontes ordena separar a Hermione de su hijo Mamilio, el heredero, y condena a la madre a ser encarcelada por alta traición. En prisión nace una niña a la que el rey repudia y es abandonada.
Los celos han desencadenado la tragedia: las muertes de Mamilio, el hijo de los reyes y después de la propia reina, Hermione. Pero la trama pasa entonces por otras vicisitudes que la convierten en una comedia pastoril para terminar en una comedia de reencuentros, de arrepentimientos.

A partir del acto IV, con el parlamento del tiempo, que cumple la función narrativa de hacer avanzar la obra: “Yo soy el Tiempo”, Shakespeare nos deja su interpretación de la trascendencia y sus reflexiones sobre el comportamiento humano, sobre el arte, la naturaleza y el amor. “Estamos hechos de tiempo, es nuestro medio, es nuestra agua”.
Perdita, la niña abandonada, tiene ya 16 años y vive con un pastor. Conoce en el bosque a Florisel y se enamoran. Son los jóvenes amantes, el principio del mundo, un amor que está descrito con gran belleza.

En el acto V, Paulina (la dama de la reina) custodia una estatua tras una cortina, una obra de arte. Es la escena culminante de la obra. Ante Leontes, la estatua de Hermione presenta su actitud natural pero con los años pasados, más envejecida.

“Tocad música, despertadla. Ya es tiempo. Desciende. Deja de ser de piedra”

En el descenso, la estatua cobra vida gracias al arte, a la música, a la poesía y al teatro. Es la celebración del amor solo humano.
La lectura de Jaume Andreu termina con una reflexión sobre nuestra capacidad para leer y contemplar el arte. Ahí se esconde para Shakespeare la esencia de nuestra condición.  “Somos mucho más que razón. Lo sagrado ha transmutado en poesía, en arte. No hay otros mundos, por eso hemos de aprender a vivir en este”.

Aplausos.


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