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Mostrando entradas de julio, 2014

La muerte del padre

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La muerte del padre Karl Ove Knausg å rd Barcelona, 2013 Anagrama Editorial Colección Panorama de Narrativas, 814                                                                  Apuntes sobre una lectura Se trata de la primera de las seis novelas que conforman Mi lucha , una empresa literaria donde cada una de ellas puede ser leída o bien individualmente, o bien como parte de un proyecto muy ambicioso. Y es que Karl Ove Knausgård se embarca en una obra de exploración personal de su pasado que se traduce en un resultado universal de emociones comunes. La muerte del padre se extiende a lo largo de 499 páginas y aparece estructurada  en dos partes sin titular: la primera abarca desde la página 7 a la 214 y la segunda, desde la 215 hasta la 499. En la primera parte narra la infancia y adolescencia del yo autor-protagonista y se cierra con la escena en que un Karl Ove adolescente ve por vez primera muy afectado a su padre por la muerte de una amiga de su círculo

Bibliomancia

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  Seguí a mi amigo Pablo por todas partes durante aquella semana, desde el episodio en la librería donde le noté como raro, cambiado. Recuerdo que justo tres días antes de los hechos, pasamos la tarde recorriendo la ciudad en busca de algunos libros que necesitaba para su artículo.  Bajamos por la calle Balmes y entramos en la librería Alibri. Allí buscamos un libro del sociólogo Díaz-Salazar, experto en estos temas. Pablo siempre rastrea los libros sin ayuda. Nos gusta así. Él tampoco acude a los dependientes hasta el último momento, cuando no te queda otro remedio, tan solo si llegas al último estante y no has encontrado al autor que buscabas. Antes de salir, creo que hojeé un libro del escritor mexicano Juan Villoro. Recuerdo que Pablo se rascó nerviosamente la cabeza y cayó en la cuenta de que en esta librería, los libros de Villoro aparecen ordenados junto a los de Vila-Matas, por una mera cuestión alfabética. Eso fue como una revelación, o mejor dicho, bibliomancia en est

J.M. Coetzee, K.O. Knausgård y el artificio.

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Hace ya un tiempo que leí la novelita de J.M. Coetzee, Desgracia. Y entonces escribí algo sobre el vaivén de la concentración lectora, sobre ese entrar y salir de una lectura, de una ficción, y la dificultad que contrae mantener la atención cuando leemos:   « Dos tramas: la mía y la de la protagonista, Lucy; dos espacios, dos tiempos, acaso dos narradores. Vuelvo a la granja de Lucy y los perros ya no ladran, han sido asesinados. Padre e hija observan el desastre a su alrededor: tristeza y desolación. Toso, me cansa la postura, el bebé del tercero segunda rompe en un llanto desesperado, rabioso. Mi concentración se disipa una y otra vez. » Había descubierto a Coetzee con su obra Verano y me interesó entonces mucho la forma de narrar, el artificio pergeñado para hablar de un personaje que es él mismo, pero que ya está muerto y que no lo es, porque es a su vez un personaje. Y lo planea a través de las entrevistas con personas que lo conocieron en vida. Es una muestra más d